En los últimos años, el auge de las leches vegetales ha transformado los pasillos de los supermercados. Almendras, avena, soja y coco se han convertido en alternativas populares para quienes evitan la leche de vaca por razones éticas, ambientales o de salud. Sin embargo, una investigación reciente publicada en Food Research International plantea una pregunta incómoda: ¿estos productos realmente ofrecen el mismo valor nutricional que la leche tradicional?
La ciencia detrás de la diferencia nutricional
El estudio analizó dos tipos de leche de vaca y diez bebidas vegetales (PBMA), sometidas a procesos de ultrapasteurización (UHT) para garantizar su conservación. Los resultados mostraron que, mientras la leche de vaca contiene 3.4 gramos de proteína por litro, solo dos de las alternativas vegetales superaban esta cantidad. La mayoría oscilaba entre 1.1 y 1.4 gramos, además de presentar niveles más bajos de aminoácidos esenciales, cruciales para funciones corporales como la reparación muscular y la producción de hormonas.
Pero eso no es todo. Siete de las bebidas vegetales examinadas tenían más azúcar añadido que la leche de vaca, un dato relevante para consumidores preocupados por el impacto metabólico de estos productos. La explicación de esta disparidad podría estar en la reacción de Maillard, un proceso químico que ocurre durante el calentamiento de los alimentos y que, si bien aporta sabor y color, también reduce el contenido nutricional. En el caso de las leches vegetales, este efecto se acentúa durante el tueste previo de ingredientes como almendras o avena.
A pesar de las diferencias nutricionales, los investigadores subrayan que estos productos no representan un riesgo para la salud. La presencia de compuestos como la acrilamida (asociada a la reacción de Maillard) es mínima y está muy por debajo de los niveles considerados peligrosos. Además, destacan que las razones para elegirlas —desde la intolerancia a la lactosa hasta la reducción de la huella ambiental— siguen siendo válidas.
No obstante, el estudio hace un llamado a la transparencia en el etiquetado. En México, por ejemplo, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) ha advertido en múltiples ocasiones que muchas de estas bebidas se promocionan como «leches» a pesar de no cumplir con los estándares nutricionales del producto animal. En 2019, un análisis de 22 marcas reveló que algunas contenían hasta un 50% menos de proteína que lo anunciado, además de ser significativamente más caras.
Consumo informado: la clave
Para los consumidores, la lección es clara:
- Revisar las etiquetas: Buscar el contenido real de proteínas, azúcares y aminoácidos.
- Complementar la dieta: Si se opta por leches vegetales, asegurar la ingesta de proteínas mediante otros alimentos como legumbres, frutos secos o suplementos.
- No demonizar ni endiosar: Ni la leche de vaca es insustituible, ni las alternativas vegetales son «milagrosas». Cada una tiene pros y contras según las necesidades individuales.
Mientras la industria avanza hacia fórmulas más equilibradas —como las leches de soja o guisante enriquecidas con calcio y vitamina B12—, los expertos insisten en que la elección debe basarse en información científica, no en modas o marketing. Al fin y al cabo, como concluye el estudio: «Que sean diferentes no significa que sean malas, pero sí que debemos conocer esas diferencias».