El idioma náhuatl, una de las lenguas más antiguas y poéticas de México, volvió a cobrar vida en el cine gracias a la película “Soy Frankelda” (2025), una producción de Cinema Fantasma que combina animación stop motion, fantasía gótica y raíces culturales.
En esta cinta, el náhuatl no solo es inspiración, sino la base de un nuevo idioma ficticio: el enkárik, creado especialmente para el universo de la protagonista.
El enkárik: un idioma nacido del náhuatl
El enkárik fue desarrollado por la lingüista Gina H. Amelio, quien trabajó durante meses para construir un sistema completo de sonidos, gramática y escritura.
Para su creación, tomó como referencia los ritmos fonéticos del náhuatl, pero también incorporó matices del sánscrito y del catalán, logrando una lengua que suena misteriosa, melódica y profundamente humana.
“El sonido del náhuatl, especialmente la tl, siempre me ha fascinado. Quise crear una lengua que sonara viva, con raíces que se sientan más que se entiendan”, explicó Gina H. Amelio en entrevista.
Los fonemas característicos del náhuatl —tl, tz, hu y ch— fueron reinterpretados para dar vida a una sonoridad única. Así, el enkárik se convirtió en una especie de eco ancestral, un idioma que conecta a los personajes con lo sagrado, lo invisible y lo mexicano.
Un puente entre lo ancestral y lo fantástico
Ambientada en el México del siglo XIX, Soy Frankelda narra la historia de Francisca Imelda, una escritora incomprendida cuya voz es silenciada por una sociedad que teme su imaginación oscura.
En su lucha por expresarse, un antiguo amigo llamado Herneval la guía por un viaje entre la vida y la muerte, mientras enfrenta al siniestro escritor Procustes, quien busca dominar ambos mundos.
La película fue dirigida y escrita por los hermanos Arturo y Roy Ambriz, fundadores de Cinema Fantasma, y cuenta con las voces de Mireya Mendoza, Arturo Mercado Jr. y Luis Leonardo Suárez.
Además, marca la última participación en doblaje de la cantante de ópera Lourdes Ambriz, tía de los directores.
El resultado es una cinta que combina terror gótico, literatura, arte y misticismo mexicano, con una estética artesanal que recuerda a clásicos del cine animado europeo, pero con una identidad cien por ciento nacional.
Un logro histórico para el cine mexicano
Soy Frankelda es la primera película mexicana realizada completamente en técnica stop motion, una hazaña lograda cuadro por cuadro con muñecos y escenarios físicos, fabricados por el propio estudio Cinema Fantasma.
La película fue estrenada en 2025 y rápidamente llamó la atención internacional por su diseño visual y su riqueza simbólica, además de su profundo respeto a las raíces indígenas.
Cada detalle —desde los colores hasta los sonidos del idioma inventado— busca rendir tributo a la diversidad lingüística y cultural del país.
El náhuatl, una lengua que sigue viva
El náhuatl, que todavía se habla en comunidades de Puebla, Veracruz, Hidalgo y Guerrero, no solo influyó en el nombre de ciudades y palabras cotidianas, sino que ahora también se escucha en el cine.
Su presencia en Soy Frankelda demuestra que las lenguas originarias mexicanas no son reliquias del pasado, sino fuentes vivas de inspiración para nuevas generaciones de artistas, escritores y cineastas.
En la cinta, el enkárik representa la lengua del subconsciente, una melodía ancestral que conecta a los personajes con su mundo interior. Es una manera de decir que cada palabra tiene alma y que las lenguas ancestrales aún pueden dar forma a la fantasía contemporánea.
Más que una película: un homenaje cultural
Soy Frankelda no solo cuenta una historia, sino que rescata el valor de la voz femenina, la imaginación y la identidad mexicana.
El uso del náhuatl como inspiración para su idioma ficticio es una declaración artística: el pasado sigue hablándonos, incluso desde la pantalla grande.
Como dice el propio lema del filme, “Las historias no mueren, solo cambian de forma”.
